Cuando
en nuestra mirada la otra persona empieza a tener otro tinte diferente, cuando
las sensaciones que recorren el cuerpo cambian y las palabras que antes no
significaban mucho ahora son de relevancia, es momento de saber que lo que
vivíamos ha cambiado, la importancia que le dábamos a lo que en casa decían
sobre nosotros, ahora ha dejado de ser importante y lo que otra persona (ajena
a la familia) diga se convierte en una verdad tan especial como lo es el sol en
la playa o la nieve en la montaña.
Es momento de redefinir lo qué somos,
por un lado tenemos lo que la familia (no siempre la consanguínea puede ser el
grupo de personas que han ayudado a crecer) nos ha dado y se convierte en parte
de nuestra identidad, desde lo especiales que podemos ser a lo alegres,
enojones, traviesos o destructores que nos identifica y damos por cierto hasta
los atributos que otra persona tiene y ahora se nos anexan a nosotros por el
simple hecho de lo que piensa alguien. Cuando estamos con esa persona que en
esta etapa se ha convertido en alguien especial, empiezan a darse otras
características que hasta el momento no nos habíamos dado cuenta y que en la
convivencia se van presentando.
Si en el momento de decidir a tener
una pareja ya se tiene una idea por lo menos general de lo que somos como
individuos, eso permitirá que tengamos el tiempo de conocer al otro. Si lo
anterior no se da, entonces estaremos tratando de conocernos y conocer al otro
sin poder distinguir qué es lo que quiero hacer: conocerme a través del otro o
que el otro me diga quién soy mientras que digo que la persona que está a mi
lado es muy especial, aunque esto se dé porque lo que yo quiero creer. Una
razón importante de conocerse antes de iniciar una relación de pareja es saber
lo que busco en ella, que me gustaría vivir con ella.
Si lo pensáramos bien, es momento de
analizar la razón por la cual he decidido tener pareja sentimental o por la
cual digo que no es el momento de tener a alguien a mi lado. Que busco en el
otro qué me lleva a querer compartir tiempo, espacio con él: llenar espacios vacíos,
sentir la sensación tan agradable del contacto físico del otro, poderme sentir
querido, saber que le importo a alguien, tratar de entenderme reflejándome en
mi pareja. Si lo anterior es lo que quiero encontrar, entonces lo que busco es
encontrarme a mí mismo utilizándolo, y cada vez le exigiré más por la necesidad
que tengo de saber quién soy. Trataré de exprimirlo hasta que me dé cuenta que
no será él quien me lo diga si no que tengo que ser yo quien se dé cuenta de lo
que significo y lo que tengo en mí, lo que soy y lo que puedo dar.
El iniciar una relación sentimental
es más saludable si se empieza primero en el origen de lo que soy, aceptando mi
herencia familiar (no la económica, sino los valores, costumbres, tradiciones,
creencias, etc.) valorando lo positivo, aprendiendo de mis errores, utilizando
los defectos para mejorar. Sin buscar que se repita lo que en casa se tiene o
evitando a toda costa que lo que se vivió en el hogar se vuelva a repetir, se
trata de aprovechar la oportunidad que la pareja da al convivir con ella,
conociendo un reflejo diferente de mí mismo en ella.
Si sabemos quiénes somos entonces
podemos permitirnos conocer al otro y aprovechar al máximo la oportunidad que
se tiene de tener pareja. No podemos dar cosas que aún nosotros no tenemos, si
no logramos esto, el otro se podría convertir sólo en un reflejo de mis
carencias y mi falta de personalidad y decisión propia.
LORE y MARCOS
¿Si tienes una relación de pareja o
piensas tener una, puedes decir que te conoces?
Esperamos tu respuesta.